Orbis ingens in urbe fuit (Ovidio) **
El arte contemporáneo no suele tener cabida en los museos tradicionales. No sólo por las dimensiones que puede tener la obra de arte, sino porque los recintos que albergan las colecciones son lugares anacrónicos para instalar en ellos las obras más actuales, que además, de forma generalizada, requieren grandes espacios. Los artistas jóvenes huyen cada vez más del mercado del arte, por entender que las creaciones deben ser reconocidas como patrimonio de los ciudadanos, formando parte de esos bienes de los que todos disfrutamos sin contraprestación económica alguna. El mercado, algunas galerías y los medios de comunicación ha contaminado la creación artística dando paso a los artistas mediáticos y a modas forjadas en lugares inadecuados para tomar este tipo de decisiones sobre lo que vale y lo que no.
Los museos de arte, que fueron creación derivada de las primeras revoluciones y constituciones, han quedado como reliquias históricas en las que sólo podemos contemplar el pasado. Nuestro más importante Museo, el del Prado, iba a albergar las colecciones del Real Gabinete de Historia Natural y acabó siendo Museo de Pinturas por la gracia del rey felón Fernando VII. Posiblemente la única decisión real de agradecer, salvo que ello supuso el ir y venir de las ricas colecciones de Historia Natural, que acabaron en diferentes dependencias hasta la actual, y parece que definitiva, en los Altos del Hipódromo de Madrid en un pabellón de una exposición.
Los Centros o Museos de Arte Contemporáneo llevan camino de convertirse en nuevas reliquias del presente, que inexorablemente acaba convirtiéndose en una representación del pasado. Salvo algunas muestras temporales, que sí pueden albergar las últimas obras de la creación artística, esos centros que han crecido en los países desarrollados, no son nada en el complicado arte actual, que no se quiere poner, cosa que está muy bien, ningún tipo de limitación creativa. Si no véanse las arriesgadas propuestas, ya clásicas, de la pareja artística formada por el búlgaro Christo Javacheff y la francesa Jean Claude de Guillebon.
Derivado de lo anterior, el arte empieza a llegar a la calle y a otros lugares alejados de las urbes. Ejemplo de lo primero es el actualísimo urban art y de lo segundo el land art, uno de cuyos iniciadores fue el malogrado Robert Smithson y su obra Spiral Jetty en el Great Salt Lake en Utah. Instalaciones y performances encuentran lugar idóneo en las ciudades y en el campo, donde no existen límites a las propuestas más arriesgadas del llamado “arte de hoy” (art now), el último en llegar a este mundo convulso, utilizando muchos recursos hasta ahora sin explotar o pertenecientes a las nuevas tecnologías de la comunicación como es el caso del arte computacional o el del video art.
la celebración de la Bienal de Arte Ciudadano sería un potente atractivo para el público, que sembraría toda una serie de espacios magníficos, que tiene la ciudad, para dar realce a las obras artísticas más modernas. Conjugando modernidad con espacios históricos. Plazas, jardines, paseos, instalaciones industriales, puentes, playas, bahía y hasta el mismo istmo, son lugares en los que se pueden colocar grandes y pequeñas obras del arte más actual y más representativo del siglo XXI. A quien no le gustaría ver en cualquiera de las plazas del centro histórico de Cádiz una instalación moderna jugando, con su atrevimiento, movimiento y colorido, con los edificios de tiempos pasados o con un ajardinamiento convencional. Imaginen por un momento la plaza de San Antonio con un monumental móvil similar a los diseñados por Alexander Calder o el desarrollo de una performance en la que intervengan muchos jóvenes gaditanos en la Playa de La Victoria o sembrar de estructuras flotantes de coloridos impactantes el espacio acuático del Muelle. Sería un éxito que atraería a todos los medios de comunicación, dando un prestigio a la ciudad con un coste económico razonable. Cuantos cientos de miles de visitantes podrían disfrutar, cada dos años, de esa muestra efímera de modernidad procedente del ingenio de artistas gaditanos y de otros que procedan de los más recónditos lugares de la tierra. Cada bienio se podría dedicar la muestra a países o regiones emergentes en arte o a modalidades artísticas.
¿Desde cuando esta muestra? Puede pensarse en el 2012 y dedicada al arte hispanoamericano o puede adelantarse a una primera prueba en el año 2010, que sería la bienal “0” para distinguirla de la primera bienal, que coincidiría con el Bicentenario.
Los artistas deberán ser seleccionados previamente, pasar un tiempo en la ciudad para adecuar sus propuestas a los enclaves de la ciudad, incluyendo también el Cádiz de extramuros. Entendemos que este grupo deberá trabajar como comenzaron los miembros de la Bauhaus hasta su diáspora, en gran parte debida al nazismo,. Estos arquitectos, artistas y diseñadores, relegaron a un segundo plano su obra personal, aunque sin perderla, para ajustarse a criterios surgidos de la discusión y el trabajo en equipo que ellos mismos se propusieron.
Dadas las dimensiones de las obras a exponer podrían implicarse diferentes artesanos, talleres y pequeñas industrias gaditanas, que también podrían beneficiarse de las nuevas tendencias artísticas y así poder trabajar con diseños exclusivos de alto valor añadido que podrían tener salida en el mercado. La afluencia de visitantes sería de gran importancia económica para el sector turístico (agencias de viaje, transportes, hoteles, restaurantes y otros servicios), por lo que sería altamente beneficioso para la ciudad y su entorno.
A partir de la Bienal, Cádiz podría apostar por tener un nuevo Centro de Arte Contemporáneo, que sirviera para atraer a viajeros y turistas interesados en la cultura. Ello supondría una gran inversión para el edificio que albergara la colección permanente y las temporales, que también cuestan lo suyo.
Esta Bienal podría dar lugar a considerar Cádiz no sólo como cuna y sede del Constitucionalismo, sino también como cuna y sede del arte más actual, ya que el arte es la mejor muestra de la libertad de la humanidad. Un objetivo que el Foro de Debate pretende en su consideración de que la conmemoración del Bicentenario de la Constitución debe ser un proyecto de Estado.
Dadas las fechas en las que nos encontramos, las instituciones públicas y privadas deberían comenzar a pensar en esta propuesta, que también incidiría en el reconocimiento internacional que la ciudad necesita y en su renovación y modernización.
** Hubo un gran acontecimiento en la ciudad.
