Sorprenden determinadas declaraciones de dirigentes políticos, en sus discursos o a través de los medios, acerca de lo que será el Bicentenario: una oportunidad de desarrollo, una revolución económica, el comienzo de una nueva era, la modernización definitiva y posicionamiento en el nuevo siglo…
Cuando a continuación de las altisonantes declaraciones se verifica la pobreza del programa que se ofrece para tan ambiciosos fines, la sorpresa se trueca en profunda desconfianza, porque para poner a Cádiz en la senda de su modernización y desarrollo hacen falta unas ayudas y unos planes muy potentes, ya que se trata de una verdadera refundación.
La ciudad ha perdido el vigor necesario para asumir nuevas iniciativas de alcance, por el debilitamiento de la sociedad civil a causa de la regresión de la población -casi el 20% en las dos últimas décadas, más que ninguna otra ciudad española- que emigra en busca de trabajo o traslada su residencia a otros lugares de la Bahía, y por el empobrecimiento de su tejido industrial, resultado de decaimientos y deslocalizaciones de las principales fuentes de empleo.
Y los municipios de la Bahía -en la franja más alta de las estadísticas nacionales del paro- no son capaces por sí solos de ponerse de acuerdo para lograr la emergencia de la ciudad metropolitana, que con sus 650.000 habitantes y su singular geografía tendría masa crítica y personalidad para acometer el mentado proceso de modernización y desarrollo. Y no es de recibo la excusa de la dificultad de la negociación entre las administraciones municipales por su distinto color político, cuando estamos en la efeméride de acuerdos mucho más difíciles entre diputados doceañistas. ¿O es que hay que esperar a que todos los ayuntamientos de la Bahía estén regidos por el mismo partido político para poder hablar en serio de la Metrópolis-Bahía?
Es indispensable una gran ayuda exterior para sacar a Cádiz y su Bahía de su postrada situación económica. Y no hay soluciones mágicas, será un proceso de muchos años en el que habrá que atraer a empresas y favorecer el spin-off en sectores clave -logística, energía, tecnología- primar la investigación y la innovación, potenciar todo lo que de valioso hay -el medio natural, la singularidad territorial, el puerto del nodo del Estrecho, las industrias agroalimentarias, la Universidad y los centros tecnológicos, etc.- de manera que el fortalecimiento del tejido industrial propicie la creación de nuevas empresas de servicios, en las que probablemente radica el mayor potencial de empleo.
Nuestro Foro ha hecho en este campo tres propuestas concretas, que hemos llamado Polos de Modernidad:
En primer lugar lo que denominamos Bahía de la Biotecnología: La Biotecnología obtiene resultados que interesan a la medicina, a la farmacia, a las actividades agropecuarias, a la acuicultura, a procesos industriales, a la protección del medio ambiente… Las empresas biotecnológicas suelen desarrollar sus aplicaciones en tiempos muy cortos, con fuertes inversiones y notable rentabilidad, por lo que necesitan un decisivo apoyo financiero y fiscal. Su emplazamiento en Cádiz se justifica por la presencia de organismos marinos singulares -el Golfo de Cádiz y el mar de Alborán albergan la mayor diversidad biológica de las costas europeas- por las industrias tradicionales en el campo de la alimentación -sal, vino, acuicultura, conservera- por su Universidad y sus institutos de investigación.
En el terreno institucional, porque es imprescindible un vigoroso impulso desde el gobierno del Estado, hemos propuesto que Cádiz sea la sede de una nueva Agencia Estatal para el Cambio Climático, vinculada al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, que asuma las competencias de la actual Oficina Española de Cambio Climático y las de otros Organismos e Instituciones. La propuesta incluye la creación de un Centro de Investigación al estilo de los implantados en otros lugares pero con una marcada especialidad marina. Apoyamos la propuesta en el alto riesgo que el cambio climático supone para el litoral gaditano de marismas y costas bajas y para sus especies marinas; también en su tradición científica en el campo de la hidrografía: desde el siglo XVIII la medida y descripción de las características físicas de mares y costas se ha hecho en Cádiz, primero en la Casa de Contratación, después en el Observatorio Astronómico y finalmente en el Instituto Hidrográfico; en la existencia en Cádiz de un Centro del Instituto Español de Oceanografía; y claro está, en la Universidad de Cádiz, con su Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales y su Centro Andaluz de Ciencia y Tecnología Marinas.
Finalmente señalamos nuestra propuesta en el campo de las energías renovables: la construcción de una Central Termosolar en terrenos de la Bahía. La energía solar lleva siglos evaporando el agua de los esteros, ha sido la base de la industria gaditana de la sal. La novedad es que las energías renovables se han hecho indispensables y se han convertido en uno de los campos de innovación tecnológica y desarrollo. En la Bahía de Cádiz está prevista desde hace años la instalación de una nueva central de producción de electricidad, y empresas españolas -con sus instalaciones en Sevilla, Granada y Almería entre otros lugares- son líderes tecnológicos mundiales en centrales termosolares. ¿Cómo desdeñar semejante posibilidad?
A Cádiz le llega con el Doce la fecha que otras ciudades han tenido y aprovechado. Colaboremos con las administraciones para que sus augurios se hagan realidad y la encaminen en la senda de la nueva sociedad del conocimiento. Y sobre todo, no permitamos que la efeméride quede en declaraciones incumplidas, lo que constituiría un cruel sarcasmo político.