DECLARACIÓN CÁDIZ 2012 para la Renovación de la Ciudad.
La “Declaración de Cádiz 2012, para la renovación de la Ciudad”, promovida, en su origen, por el Ateneo Gaditano, la Asociación de la Prensa de Cádiz y el Foro de Debate 2012, recoge textualmente: ”….el nuevo puerto sigue dando la espalda a la realidad actual del tráfico marítimo, encerrado detrás de la ciudad histórica, sin espacios nuevos para la actividad económica y sin que exista conexión ferroviaria”.
En la Adenda de la citada Declaración se relacionan algunas de sus propuestas y sobre el puerto dice: Ampliar y reestructurar el PUERTO DE LA BAHÍA DE CÁDIZ al nivel que le corresponde por su situación privilegiada en el Nodo del Estrecho, desplazando al norte de la Bahía el puerto industrial y logístico como ampliación de La Cabezuela, con ferrocarril y autopista y junto al polígono de Las Aletas, y reservando para Cádiz-ciudad el puerto de trasatlánticos y cruceros y los usos deportivos y de ocio. (sin que se excluyan algunos otros).
Agradezco la acogida que nos dan las páginas del Diario y al hilo de acontecimientos y manifestaciones recientes, no cabe más que reiterar la postura vertida en la Declaración.
Coincido en casi todo con el magnífico y esclarecedor editorial del Diario de Cádiz del 26 de Junio titulado “Las dudas del Doce”. Pero doy menor importancia a la crisis, como origen de nuestras frustraciones en esta conmemoración. Cádiz lleva muchísimos años no aprovechando los momentos de bonanza. De seguir así, pasará esta crisis, y seguro que pasará, y estaremos sumidos en el mismo decaimiento, en más retroceso y diferenciación con nuestro entorno. No aprovecharemos la salida de la crisis. Nuestro gran obstáculo para el aprovechamiento del 2012 para la renovación de Cádiz, hemos sido y somos nosotros: políticos, comisiones, autoridades, formadores de opinión y en general la sociedad dirigente, con la parte de responsabilidad que a cada uno corresponda. Entre nosotros está instalado el conformismo, la desidia, la falta de ambición y de aspiraciones, la desunión y la falta de convencimiento del “podemos”. Y todo con el silencio del resto de los ciudadanos. No es la crisis, no, somos nosotros. La crisis es una buena excusa para la falta de determinación.
Cádiz dispone hoy de una Terminal de contenedores al uso de los años setenta. Modesta, adecuada al tráfico local, sin ferrocarril operativo , sin logística asociada y encajonada por la ciudad. Se quiere construir una nueva más grande pero con parecidos conceptos y aspiraciones. Por citar un ejemplo algo grosero: Si hoy no transportamos contenedores por ferrocarril, no vamos a necesitarlo en la nueva Terminal.
Han pasado años desde los setenta, y la inmensa mayoría de los grandes puertos modernos del mundo, lo son por sus terminales de contenedores. Es un tipo de transporte que ha desplazado brutalmente y modificado todos los modos de transporte. Cádiz tiene la inmensa suerte de estar en una de las rutas más importantes de contenedores del mundo y en uno de sus más singulares nodos, el de Gibraltar. Antes de la crisis el trá fico de contenedores estaba creciendo en el mundo el 10%, más del doble que el PIB, pero en el Estrecho estaba creciendo el 15%. Y este río de riqueza lo intentan aprovechar todos los puertos de la zona, desde Barcelona a Sines. Para estar y ser alguien, y puede haber negocio para casi todos, lo imprescindible es ofrecer una buena infraestructura, una buena y moderna terminal. Esta crisis pasará.
Las autoridades portuarias de Sevilla y Bahía de Cádiz están lanzando la idea de una alianza de ambos puertos. Bienvenidas sean las alianzas, pero aquellas que supongan provecho para ambas partes. El presidente de la Autoridad Portuaria de Sevilla ofrece a Cádiz “sobre todo terrenos para naves logísticas e infraestructuras”, algo de lo que parece carece Cádiz. Naturalmente que hoy tiene esas carencias. Y cuanto más conformistas y menos visionarios y ambiciosos seamos, mayores serán las diferencias a favor de los otros.
En un artículo del Foro de Debate, publicado en la prensa local de hace un par de años, señalábamos las grandes amenazas para el Puerto de Cádiz. La primera era el lanzamiento por parte del ADIF, de Algeciras como origen (o final) del llamado Corredor del Mediterráneo, iniciativa europea para la unión por ferrocarril con el resto de Europa. Iniciativa ya en marcha que deja a Cádiz, una vez más, fuera del circuito. La segunda eran las inversiones de más de 200 millones de euros, en la nueva exclusa del Puerto de Sevilla, que aumenta la manga y el calado de los posibles buques usuarios y la complementaria pretensión de invertir 500 millones en dragados y dársenas. Ya entonces lo anunciábamos, “se están construyendo polígonos y naves para adecuar la zona de influencia portuaria”. Todo ello dentro de un “Plan de renovación del Puerto de Sevilla”, “el más importante generador de empleo e inversiones de la ciudad” (versión oficial).
Pues ya tenemos lo que parece que queríamos. Sevilla ofrece a Cádiz lo que éste no tiene. Pero no lo tiene porque no quiere. El conejo ofrece la escopeta al cazador. El puerto natural histórico y legendario, con los poco utilizados suelos industriales cercanos, los inmensos terrenos sin aprovechar de las salinas y los del polígono de Las Aletas, carece de suelos posibles.
Estamos a tiempo de situar la nueva Terminal de contenedores de la Bahía, en su zona norte, en la zona de La Cabezuela. La terminal proyectada y en fase de concurso hoy, tiene la longitud de atraque y la superficie adecuadas, pero le falta calado, asunto subsanable, y sobre todo carece de una buena y fácil comunicación con España y Europa, por ferrocarril, carretera y aeropuerto. Su ubicación, adosada al Dique de Levante, no es adecuada desde el punto de vista de la entrada y salida de contenedores por tierra y produce heridas en la vida de la ciudad. Esta localización está decidida y anteproyectada antes de la crisis. No es la crisis no. Si acertamos en la decisión de cambiar y ampliar la terminal, no nos equivoquemos al elegir el nuevo sitio.
En La Cabezuela, estaría junto a esos terrenos necesarios para poder organizar algo más que el puro trasbordo, la actividad logística, aquella que hace que el contenedor se retenga y se transforme con operaciones que den valor añadido como el almacenaje, el montaje, la selección, la personificación, el embalaje, el etiquetado etc. La logística fija la riqueza en la zona. El hardware completo lo forman la infraestructura portuaria, la conectividad ferroviaria y el anclaje logístico. Este tipo de terminales generan cuatro veces más empleo y dos veces más ingresos que las del puro transbordo. Si acertamos en el modo de hacerlo y en la gestión de la terminal, en La Cabezuela se podrían prever ampliaciones para el futuro. Esta posibilidad es más complicada en el dique de Levante.
La decisión de los gobiernos nacional y autonómico de crear el Polígono de Las Aletas es una maravillosa oportunidad para que todo esto sea posible. Las Aletas está llamado a ser el centro logístico que demanda el nodo del Estrecho.
Los problemas medioambientales que estas actuaciones razonablemente plantean, tienen solución. Barcelona ha desviado el río Llobregat, asunto nada baladí, para ampliar su puerto. Anteriormente lo hizo Tarragona con su Francolí. Con ideas claras, acuerdos políticos entre administraciones y entre partidos, y con voluntad de hacer las cosas bien, éstas salen adelante.
También estamos hablando de grandes inversiones. Pero la principal, el muelle, está presupuestada aunque en otro sitio, y el dragado necesario no llegaría a 100 millones de euros. Actualmente están en construcción, en otros lugares, nuevas instalaciones portuarias que exigen enormes inversiones en diques de abrigo, a cargo del Ministerio. Por citar alguno, porque hay alguno más, los diques de abrigo de los puertos de La Coruña y Gijón superan varios cientos de millones de euros, en cada puerto. En ellos y en el de Ferrol las nuevas instalaciones se encuentran en parajes medioambientalmente delicados..
Y la crisis pasará. Cuando así sea que no estemos dormidos. Que nos coja con las ideas claras y definidas, sabiendo hacia donde queremos ir. Una nueva terminal, desde el momento que se decide, tarda al menos cinco años en ponerse adecuadamente en el mercado. El que tenga proyectos listos, trabajados y consensuados, los hará. Esta es una experiencia profesional largamente contrastada. Si sabemos lo que queremos y lo que conviene a los habitantes de la Bahía, lo conseguiremos. Hoy todavía estamos a tiempo, aunque no sea para 2012.