Plantea Ramón Solís desde las primeras líneas de su libro “El Cádiz de Las Cortes” que si en el desarrollo del imperio español la ciudad tuvo importancia como puerto comercial, la tuvo mayor como plaza fuerte. Las Puertas de Tierra funcionaban en el esquema de la ciudad como una trasera y se configuró “una ciudad cercada y cerrada. La Puerta del Mar marca el punto de contacto con el exterior…”. Fuera estaban los glacis y el amplio espacio de huertas y de núcleos aislados poco poblados que han permanecido hasta entrado el s. XX. Y pasado el istmo el resto del término municipal de Cádiz y San Fernando. Es necesario referirse a dos documentos en los que los interesados pueden empaparse. En primer lugar la “Cartografía Militar y Marítima de Cádiz 1513 – 1878 de J. A. Calderón Quijano y otros y en segundo la más reciente publicación por José Sancho Roda de “El Atlas de las Fortificaciones de La Isla de San Fernando de Carlos Vargas Machuca”.
Los planos del conjunto de la bahía de esa época marcan el Puente Suazo como conexión con tierra firme del “conjunto insular”. Es una estructura territorial muy amplia con una boca muy pequeña. Puede admitirse, según refiere Corzo en su artículo del nº 5 de la revista Gades (1980), titulado “Paleotopografía de la Bahía Gaditana”, “la existencia de una travesía irregular de la marisma entre la isla de León y Chiclana…” “Desde luego en ningún caso la interpretación generalmente aceptada de la costa permite suponer un puente romano antecesor del puente Suazo,..” La construcción de este puente -parece ser que en el punto del caño donde se situó antes el antiguo acueducto romano que traía el agua de El Tempul- y el progresivo desarrollo, terminada la Reconquista y descubierta América, de El Puerto de Santa María, Puerto Real y San Fernando, consolidan como punto de contacto los Tres Caminos, como único de acceso rodado, hasta la construcción del puente Carranza en el último tercio del siglo XX.
Pero también dibujan muchos de los planos citados el camino de Sancti Petri, que con barcas, a través del caño comunicaba con Chiclana y las poblaciones costeras hacia El Estrecho. Si retrocedemos temporalmente y nos apoyamos en la citada “Paleotopografía de la Bahía Gaditana” de Corzo, vemos que el camino terrestre primigenio es el de Sancti Petri, que denomina AD HERCULEM, pienso que como último tramo de la Vía Augusta, de la que creo que se puede seguir viendo algún vestigio entre las dunas de la playa de El Chato. Esta vía era, no solo para dirigirse a “Las Columnas de Hércules”, sino hacia el norte, dando un rodeo al objeto de librarse de las marismas, hoy hechas salinas, en que posteriormente se sitúan San Fernando y Puerto Real, y a las del río Leteo, que anegaban prácticamente el espacio entre este y su brazo actualmente cristianado.
De lo anterior podemos obtener las siguientes conclusiones: La progresiva consolidación de Cádiz como plaza fuerte, sobre todo desde el saqueo inglés de 1596, hasta el sitio francés más de doscientos años más tarde, unida a su singularidad geográfica, consolida una dinámica de aislamiento, incluso con el resto de la bahía, que se ha mantenido en cierto modo hasta nuestros días. La principal conexión de la edad antigua por Sancti Petri se ha acabado perdiendo por un cúmulo de razones. En el momento actual, hay que acabar de vencer esa tendencia al aislamiento, si se quiere superar una marginalidad de adversas consecuencias económicas, sociales e incluso culturales.
La nueva autovía Jerez – Los Barrios, discurre por un territorio de gran valor, con más de un tercio dentro del Parque Natural de Los Alcornocales. No cabe duda que esa vía está bien trazada y responde a una demanda real, pero tampoco la cabe de que aleja una parte importante del tráfico de la bahía y mucho más de la ciudad. La estructura viaria regional mejorará cuando se termine, para otras demandas funcionales y para no aislar los pueblos de la costa, la A-48, heredera de la N-340.
Y es ahí a donde queríamos llegar, planteando que como final de la misma se recupere la que fue principal conexión de las “islas gadeiras”, prolongando en Torregorda la vía del istmo, hasta enlazar aproximadamente a la altura del Pago del Humo, con la referida A-48. La distancia a cubrir entre Torregorda y Sancti Petri, que supondría el primer paso, es aproximadamente la misma que la existente entre este punto y las Puertas de Tierra, de unos nueve kilómetros aproximadamente, de los que más de cuatro coinciden hoy con carreteras locales. Es una distancia irrelevante en comparación con los beneficios que reportaría. Posteriormente, la conexión con la A-48 tendría otro tramo de una distancia equivalente. Entonces, con más de dos mil años de distancia, habremos rehabilitado la “VIA AD HERCULEM”.
La nueva vía debe ser sumamente cuidadosa y respetuosa con el área natural en la que discurre, con el máximo respeto de las dunas, la fauna, la vegetación y la protección de aves migratorias y, en general, con la adaptación rigurosa a la reglamentación del Parque Natural de las Salinas. Se hace necesario, por tanto, estudiar previa y detenidamente el trazado y diseño de la vía, tales como las alternativas de puente sobre el Caño, túnel de determinado recorrido o el desplazamiento lateral de la misma.
La nueva vía, en cualquiera de las alternativas anteriormente mencionadas, aportaría una pieza de especial importancia al cinturón metropolitano, la CA10, que es una de las propuestas del Foro de Debate de Cádiz 2012, orientada a disminuir el aislamiento geográfico de la ciudad y la consolidación de la Bahía de Cádiz como metrópolis, objetivo necesario para la renovación y modernización de la Ciudad.
Publicado en La Voz de Cádiz. 09.06.07
