Fue un gran logro que Cádiz consiguiera que la efeméride del Bicentenario se reconociera como un Proyecto de Estado en la presentación del Bicentenario en Madrid, por la Presidencia de la Comisión Nacional del Bicentenario (Vicepresidente de Gobierno) y la del Consorcio, que recientemente, con motivo de la semana constitucionalista, ha reiterado la citada definición. En consecuencia, la Comisión Nacional del Bicentenario -integrada por las distintas administraciones nacional, autonómica, municipal y provincial- calificó al mismo como acontecimiento de especial interés público.
¿Qué recorrido ha tenido el Proyecto de Estado?
Indudablemente es una herramienta importantísima para el desarrollo de una ambiciosa política de Estado. Por otro lado, la Comisión Nacional del Bicentenario y su Consorcio, han comprometido actuaciones como la sede de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno de 2012, la designación de capital Iberoamericana de la cultura, la rehabilitación del Oratorio de San Felipe Neri y la rehabilitación del Castillo de San Sebastian, que se intenta convertir en el gran centro temático del Bicentenario con una desacertada actuación sobre emplazamiento del Auditorio y acceso marítimo al Castillo. Tampoco hay duda que el Proyecto de Estado propiciará excepcionales oportunidades para la celebración cultural y festiva de la efeméride.
Pero todas las actividades citadas serán efímeras para Cádiz e ineficaces para afrontar el decaimiento secular de la ciudad, la debilidad de su economía y el deterioro progresivo de todos sus parámetros: poblacional, ocupacional, sociológico, productivo y geográfico, estando abocada -de no romperse la inercia de forma radical- a un progresivo empequeñecimiento, dada la descapitalización de recursos, su aislamiento geográfico y de no disponer de estructuras económicas y sociales que le permitan resituarse en la nueva senda del progreso económico.
Todas las actuaciones anteriormente mencionadas -con independencia de que resultarán exitosas y gozosas- suponen, en términos económicos, simplemente la realización de gastos ordinarios de las Administraciones públicas sin capacidad en el futuro de generar recursos recurrentes de capital ni trabajo.
Por el contrario, se hace necesario aprovechar el Bicentenario para la planificación y ejecución de inversiones públicas que renueven radicalmente las estructuras económicas y sociales de la ciudad. Pero para exigir las citadas inversiones y su financiación, es necesario que las instituciones y la sociedad gaditana presenten proyectos de inversión ambiciosos y convincentes. En este ámbito, no se conoce que el Ayuntamiento haya presentado propuesta alguna de envergadura, ni liderado ni apoyado iniciativas. Tampoco la Diputación Provincial ni la Junta de Andalucía.
En el libro publicado por el Consorcio con el título La Pepa 2012. El espíritu de Cádiz, el presidente del Consorcio manifiesta que «el Doce va a suponer un importante revulsivo en las infraestructuras y equipamientos», citando de forma expresa el segundo puente, la llegada del Tren de Alta Velocidad, el nuevo hospital, la ampliación del muelle, el Plan Plaza de Sevilla y el polígono industrial de Las Aletas. Pero simplemente son proyectos comprometidos con anterioridad que no pueden considerarse como inversiones excepcionales del Bicentenario ni son de rango superior a las recibidas por cualquier otra población. En algunos casos, como el Ave y el Puerto, los proyectos que se están manejando son escasamente ambiciosos y no están formulados ni resueltos con eficiencia. En otros casos como el Polígono de Las Aletas y la Plaza de Sevilla -excelentes en sus conceptos- se encuentran ante dificultades administrativas originadas por los propios impulsores. En las escasas páginas destinadas a definir el legado que dejará el Bicentenario, se cita el Centro de Interpretación Cádiz 2012, el Observatorio y Centro de Estudios del Constitucionalismo Democrático y la apertura en Cádiz de una antena de la Casa de América.
Finalmente, queda recogida la expectativa más esperanzadora al reconocer que la conmemoración del Bicentenario «será un éxito si somos capaces de legar a Cádiz y la Bahía de las infraestructuras, servicios y equipamientos necesarios para que vuelva a proyectarse internacionalmente como el lugar donde se establecieron las bases para el desarrollo de la modernidad en nuestro país». En nuestra opinión, es necesario estudiar y concretar las actuaciones e inversiones que garanticen el citado éxito. Y hasta ahora, solamente hay un desierto de iniciativas, de incapacidades creativas, de falta de apoyo decidido a las escasísimas presentadas y de conformismo desesperante.
El Foro de Debate Cádiz 2012, desde su presentación en marzo de 2007 con el Manifiesto titulado «Por la necesaria renovación y modernización de la ciudad de Cádiz», ha definido Propuestas argumentadas con rigor y seriedad. El distanciamiento geográfico de los problemas locales acuciantes nos permiten un plus de ilusión para remover situaciones con un cierto grado de utopía, sin la cual «ninguna actividad fecunda es posible» como nos explicó Ortega y Gasset. En el transcurso de tres años, el Foro ha presentado, en doce actos públicos de debate celebrados en Cádiz y Madrid, veinte Propuestas publicadas en más de cincuenta colaboraciones en medios de comunicación así como en la edición de diversos documentos. En los debates celebrados han intervenido expertos de primer nivel en los diversos temas -como Manuel Melis, Juan Carlos Pery y Felipe Manchón-así como representantes de entidades públicas y privadas y del sector profesional gaditano.
Las citadas Propuestas del Foro han sido publicadas por distintos componentes del mismo en la serie de artículos publicados en este Diario, que igualmente ha recogido los textos íntegros del Primer y Segundo Manifiesto del Foro. Todas las Propuestas -de ámbito cultural, de infraestructuras y de economía productiva- inciden, como vector común, en actividades permanentes y continuadas en el tiempo, enraizadas en las características del territorio y población, no deslocalizables, creadoras de empleo cualificado y técnico, respetuosas con el medio ambiente, creadoras de polos de modernidad tecnológica, que significan en su conjunto un nuevo diseño de economía sostenible y competitiva. Las Propuestas contienen inversiones de infraestructuras dinamizadoras de la economía e integradora de territorio, con la definición de un nuevo modelo de la ciudad del siglo XXI, que tendría su máximo exponente en la creación del Área de Centralidad del espacio social metropolitano.
Es indudable que la ciudad de Cádiz debe recoger y agradecer, los reconocimientos que en forma de catarata se van a manifestar desde todas las instancias y desde todos los lugares hasta la conmemoración del Bicentenario. Pero el reconocimiento de la aportación de Cádiz al desarrollo democrático, debe aprovecharse por la ciudad para reclamar, reivindicar y exigir el compromiso de las Administraciones públicas nacionales y trasnacionales. Hace pocas fechas se ha presentado en Madrid la magnífica exposición Ciudadanos. El nacimiento de la política en España. En la publicación que la resume y especialmente en las intervenciones habidas se manifestó el reconocimiento de la sociedad española a Cádiz por su aportación histórica de la que «debemos sentirnos deudores».
La celebración del Bicentenario no debe pasar sin el efectivo reconocimiento de la comunidad nacional e internacional de los recursos necesarios para la ejecución de los proyectos extraordinarios. No es posible proyectar una visión de Cádiz como la ciudad constitucionalista más avanzada con la coexistencia de los parámetros económicos-sociales, a los que antes he hecho referencia, sin abordar soluciones. La buena iniciativa del Consorcio de su presentación en Bruselas en el Comité de las Regiones de la Unión Europea -anunciada y aplazada- debería ir acompañada del contenido de estos proyectos extraordinarios de inversión que suponga una transformación de su economía productiva y de la definición de un nuevo modelo de ciudad-región metropolitana.
Queda, por tanto, mucho recorrido del Proyecto de Estado, que debe profundizar en una segunda vertiente tan escasamente iniciada: el estudio, liderazgo e inversiones para la necesaria renovación, modernización o refundación de la ciudad de Cádiz. Ello exige proyectos de inversión e iniciativas concretas que deben ser, en su caso, abanderadas por los órganos democráticos representativos. No caben inhibiciones, ni incapacidades ni conformismos.
